Definir el suelo resulta tan complejo como la cantidad de procesos físicos y biológicos que tienen lugar en él. Su importancia es determinante para el funcionamiento de los ecosistemas y de la propia vida. El ciclo del agua o las trasformaciones de materia y energía son sólo algunos de estos procesos en los que el suelo es protagonista. Está considerado como un recurso no renovable, ya que recuperarlo cuando se ha degradado es casi imposible.

2015: Año Internacional de los SuelosLas particularidades del suelo y su importancia para la vida son algunas de las razones por las que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha decidido nombrar el año 2015 como ‘Año internacional de los suelos’. El director general de la FAO, José Graziano da Silva, subraya que “los suelos albergan, al menos, una cuarta parte de la biodiversidad del mundo; son clave en el ciclo del carbono; nos ayudan a mitigar y adaptarnos al cambio climático y juegan un papel importante en la gestión del agua y en mejorar la resiliencia ante las inundaciones y sequías”.

La FAO estima que un tercio de todos los suelos se degradan, debido a la erosión, compactación, obturación, salinización, agotamiento de la materia orgánica y los nutrientes, acidificación, contaminación y otros procesos causados por prácticas insostenibles de gestión del suelo. A no ser que se adopten nuevos enfoques, la Organización apunta a que la superficie mundial de tierra cultivable y productiva por persona equivaldrá en 2050 a solo una cuarta parte del nivel de 1960.

Como sabéis, el compost es una excelente enmienda biológica de suelos. Además de mejorar su estructura, le aporta nutrientes y favorece su aireación, entre otras mejoras. De esta forma, el compost permite disminuir el impacto ambiental de los desechos y, además, pone en valor su potencial. De esta forma, se le aporta valor añadido a un residuo al transformarlo en un recurso.

Entre las prioridades más urgentes, según la FAO, se encuentra la actualización, normalización y accesibilidad al conocimiento mundial de los tipos y distribución del suelo. Actualmente, los datos son obsoletos, de alcance limitado y están fragmentados. Una de las prioridades de la FAO pasa por establecer un sistema mundial de información sobre los suelos, que proporcione datos e información fiables para tomar las decisiones más acertadas en su gestión.